La triatleta cordobesa sabe de constancia y persistencia, desafió al destino, nunca bajó los brazos y llegó a los Juegos Olímpicos de Tokio. El lunes 26 de julio será el momento de salir a escena.
“Nadie dijo que iba a ser fácil”; esta frase se le debe haber cruzado cientos de veces a Romina Biagioli hasta que por fin logró clasificar a sus primeros Juegos Olímpicos. Un resultado inesperado en los Panamericanos de Lima, la pandemia de coronavirus y una fractura en la costilla, fueron algunos de los obstáculos que debió sortear.
Parece ayer cuando Romina Biagioli se lamentaba por haber llegado en noveno lugar en triatlón, en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Ese día, había conseguido un resultado histórico para el triatlón femenino argentino, pero ella no se conformaba y las lágrimas en su rostro eran una prueba irrefutable de esa decepción. Es que había ido por una medalla y no la consiguió. Esa sed de revancha la tenía al poco tiempo con un objetivo claro: Tokio 2020, algo que recién se aseguró en junio del 2021.
A los pocos meses de su regreso de Lima, el destino le tenía preparada una gran barrera; una muy conocida por todos, como es la pandemia de coronavirus. Si bien eso retrasó sus planes, lo que más le generó fue una gran incertidumbre, pero mucha sed de revancha. Tenía pensado seguir compitiendo para mejorar en el ranking olímpico y de esa manera obtener el tan ansiado pasaje a Tokio.
“La pandemia nos pegó fuerte a todos. Era muy incierto lo que se venía. Para triatlón estuvimos hasta último momento para saber si la clasificación quedaba como estaba o si se iban a poder hacer carreras para cerrar ranking. Fue todo muy incierto”, comentó la propia triatleta en diálogo con la Agencia Córdoba Deportes.
Con el objetivo de Tokio en mente y tratando de que la pandemia la afectara lo menos posible, Romina siguió preparándose para cuando las restricciones permitieran la vuelta de las competencias. Así fue como Brasil y México se transformaron en los lugares habituales donde se la podía ver acondicionando su físico.
La etapa de definición llegó en este 2021 y con la mira puesta únicamente en competir, otro escollo se cruzaría en su camino hacia Tokio. “Yo tenía tres fechas en las que tenía que sumar para acomodarme en el ranking. Tuve un accidente en la primera fecha, en Portugal. Me hicieron estudios pero no me dijeron que tenía, así que me fui a competir a Italia con mucho dolor en la zona de las costillas. Me dolía demasiado y ahí me hice la radiografía y me dijeron que tenía una rotura, rotado y una fisura en las costillas. Era muy doloroso. Pero siempre estuve en contacto con los médicos y no pasó a mayores. Hubiera sido más grave si se perforaba un pulmón”, relató Romina. Con ese optimismo no le quedaba más que recuperarse lo mejor posible para la última fecha en México y esperar una serie de resultados que le abrieran el paso después de tanto trabajo.
Así fue como en la Copa del Mundo disputada en las playas mexicanas de Huatulco, Romina terminó 20ª sobre 42 competidoras, a 2m11s de la ganadora, la danesa Alberte Kjaer Pedersen. A eso se le sumó un gran resultado de la ecuatoriana Elizabeth Bravo. Después de tanto esfuerzo y trabajo, el 13 de junio se conoció la gran noticia: Romina Biagioli iría a sus primeros Juegos Olímpicos.
Así lo vive Romina hoy: “Los días de estrés se calmaron un poco antes de que se cerrara la clasificación. Tuve días estresantes y duros hasta no ver el nombre en la lista final y con lo de la fractura en la costilla, las chances de clasificar por ranking habían disminuido un poco y me tuve que mantener muy positiva. Cuando vi mi nombre ahí me pude relajar un poco y realmente con la clasificación de Ceci la emoción fue completa, era lo que queríamos, era nuestro sueño. Aunque por las condiciones puede ser que ni siquiera nos veamos”.
En la recta final de su preparación, Biagioli estuvo entrenando en la altura de La Loma, en San Luis de Potosí México, hasta el 9 de julio y desde ahí continuó hacia Cozumel “para adaptarme al calor porque Tokio va a ser bastante duro en ese tema, el clima es agobiante” analiza Romina.
Aun así la cordobesa no se relaja: “El atleta como que nunca se relaja por completo. Siempre estas queriendo un poco más. Va a ser una experiencia única y estoy dejado lo mejor de mí en los entrenamientos. Quiero hacer todo al pie de la letra para llegar lo mejor posible. La verdad no sé lo que es estar ahí, así que estoy dando lo mejor de mí para llegar de la mejor manera posible”.
Pero Romina no será la única que lleve el apellido Biagioli a Tokio. Allí también estarán su hermana Cecilia compitiendo en aguas abiertas y su hermano Claudio, como entrenador. “Estoy orgullosísima de ella porque a pesar de llevar una trayectoria y estar agotada con todo esto puso lo que había que poner y logró sus quintos Juegos Olímpicos. No creo que nos podamos ver por la pandemia y los protocolos, pero espero que nos crucemos”, cerró Romina.
Y sí, nadie dijo que iba a ser fácil, pero todos los obstáculos hicieron crecer a la cordobesa que estará por primera vez en un Juego Olímpico y ella más que nadie espera que los brazos sigan bien en alto y celebrando.