El cordobés logró el primer lugar en el sudamericano de Karate que se desarrolló en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Además, retomó sus estudios en la escuela secundaria para deportistas del estadio Mario Alberto Kempes.
La desazón del año pasado ya quedó atrás. La derrota en el último segundo en la final del Sudamericano de Medellín 2016 caló hondo en Juan Cruz Minuet. Pero eso no lo detuvo y fue por la revancha. Junto a Carlos Marcos Gigena, el sensei de la escuela Seigokan que entrena y acompaña al atleta, trabajaron intensamente para llegar en gran nivel al sudamericano de este año, en Santa Cruz de la Sierra. Se preparó con más ganas que nunca en pos de la deseada medalla dorada. Y esta vez, el primer lugar llegó. Venció en la final al ecuatoriano Michel Vergara y se adjudicó la categoría +76.
Al regresar a Córdoba, Juan Cruz Minuet visitó un lugar muy especial para el: el estadio Mario Kempes. El lugar que le abrió sus puertas, pero no solo para entrenar ni para atenderse en sus consultorios médicos. Desde hace unos meses, el polo deportivo más importante del país es donde está cumpliendo con otra gran premisa en su vida: terminar el colegio. Allí cursa los últimos módulos que le permitirán concluir con sus estudios secundarios.
Mientras disfruta sus vacaciones escolares, Juan Cruz analizó lo sucedido en Bolivia, que le permitió consagrarse campeón sudamericano: “Se logró la medalla de oro luego de mucho entrenamiento. Este año, a diferencia del año pasado, trabajamos más en lo mental. Es un logro más en mi vida, pero hay que seguir para lo que viene, que es el Panamericano en Buenos Aires, donde lograr una medalla nos posibilitaría ir al Mundial en España”.
En relación a su regreso a los estudios, manifestó: “Es una gran posibilidad contar con la escuela para deportistas, ya que me posibilita estudiar más allá de la cantidad de viajes que tengo durante el año, y poder formarme, que es lo más importante”.
Pero las aspiraciones de Minuet no terminan, ya que tiene objetivos renovados: “Mi sueño es llegar a las Olimpíadas y ser campeón del mundo”.
Sin buscarlo, Juan Cruz nos demuestra una vez más que la práctica deportiva y la educación no son actividades opuestas ni excluyentes; con voluntad y determinación, se pueden complementar y llevar a cabo conjuntamente.