Las tres se llaman Milagros y tienen tres cosas en común: el deporte adaptado, el atletismo y su pasión por lo que hacen. Esta es su historia.
Por definición, un milagro es un hecho sobrenatural de causas divinas, o también puede ser un suceso extraordinario que provoca admiración. La última parece ser la más apropiada para esta historia.
Mar del Plata amaneció con frío, sin sol y con viento, pero nada aplaca las ganas de llegar a la pista de atletismo del EMDER a todos los deportistas de la delegación cordobesa que se quieren presentar para su clasificación funcional.
Por la tarde, quedamos en su hotel, un lugar céntrico cercano a los Hoteles Provinciales de Mar del Plata. 17:30 en punto, las “Milis” estaban en el lobby con sus compañeros, profesores y acompañantes listas para conversar.
Milagros Rodríguez, de 15 años, tiene parálisis cerebral y es hija de una profesora de educación física. Dice que los genes de su mamá “están en ella”. Vive en Villa María y asiste a la Escuela Especial Clotilde Sabattini. Allí, practican muchos deportes, pero ella eligió atletismo. Su profe dice: “tiene fuerza en las piernas”, y por eso su especialidad es, sin dudas, salto en largo y carrera. El deporte es fundamental en su vida, no solo recreativamente, sino por su salud: gracias al atletismo aprendió a atarse los cordones, a comer sola, entre otras cosas. En definitiva, el deporte la hace más independiente.
Otra de las chicas es Milagros Piclu. Ella tiene 13 años y desde la localidad de Las Varillas viaja todos los días al Instituto Madre Teresa de Calcuta de Pozo del Molle. Es la primera vez que sale de su casa: el frío y la brisa del mar estimulan sus sentidos. Es ciega. Gracias al atletismo, mejoró su percepción del espacio temporal y también sus habilidades motoras para sus actividades cotidianas. Algo nerviosa por la mirada de todos los presentes, insistió en que está feliz de estar en Mar del Plata.
El tercer milagro: Milagros Ferreyra, tiene una discapacidad motriz que hace que se encuentre en silla de ruedas. Oriunda de Río Tercero, es la tercera vez que participa de los Juegos Nacionales Evita. Para ella el deporte también le cambió su calidad de vida, porque desde hace años participa del Córdoba Juega y tiene la posibilidad de encontrarse con otros jóvenes de la Provincia, y por supuesto, mejorar sus condiciones físicas.
Diversas realidades connotan una enseñanza en común: las adversidades de la vida solo se sortean mejor con actitud y quizás ellas entiendan mejor que muchos otros que los obstáculos están en la mente, y que con ganas y dedicación todo es posible. Las tres provocan admiración, y en ellas, se resume el entusiasmo de toda la delegación de deporte adaptado que esta vez participa junto a los convencionales. Por esa admiración, es que son tres Milagros.